NOTA PREVIA: El lenguaje musical es
necesario para la mayoría de los músicos y es un acierto
incorporarlo como asignatura en los currículos; existen grandes
profesore/as de esta asignatura que hacen maravillas con la misma y
lograr formar mejores músicos que no muchos profesore/as de
instrumento con nuestra limitada visión de la música. Ahora
bien....
Es indudable que la transmisión de la
música por vía escrita supone un importante avance que permite que
podamos interpretar una obra sin necesidad de haberla escuchado
nunca. Esto es especialmente útil en la música de conjunto. Otra
cosa muy distinta es considerar que no existe nada más allá de la
música de transmisión escrita, obviando las deficiencias que este
sistema tiene: el primero es que, por muy perfecta que sea la
escritura, existen múltiples aspectos de la interpretación que no
pueden plasmarse en el papel, de modo que la transmisión oral obliga
a importantes ejercicios de memoria, pero permite transmitir más
fácilmente el “alma” de la obra. El segundo es que la notación
musical se realizó para un estilo muy determinado y, fuera del cual
(la música clásica), la brecha entre lo que hay escrito y lo que
realmente debe sonar es grande; por no hablar de lo increíblemente
complicada que se vuelve una partitura de música moderna, por
sencilla que esta sea, sobretodo desde el punto de vista rítmico.
Pero estos problemas se vuelven más importantes en la educación
musical: el exceso de confianza en la lectura “atrofia” en
cierta manera el trabajo del oído, el estudiante se centra tanto
en la lectura que se olvida de “escucharse”. Esto no sucede en el
aprendizaje oral (o con grabaciones) y memorístico de la música, ya
que tenemos que estar siempre atentos a la fidelidad de la
reproducción musical.
Pero el mayor de los problemas es el
intento de obligar a los niños y niñas a aprenderse nociones
teóricas de la música y del lenguaje musical mucho antes de que le
aparezcan en la vida real. Este es un problema general del
aprendizaje teórico, que tiene unos efectos devastadores en la
curiosidad innata del ser humano: por una mala temporalización de
los contenidos se nos facilitan respuestas a preguntas que no nos
hemos hecho y no se nos da la oportunidad de ser nosotros quien nos
las planteemos.
Así, muchos países en los que la
lectura musical no está “emancipada” en una asignatura propia,
va incorporando las nociones teóricas a medida que aparecen en la
partitura que el alumnado debe tocar, de manera que le encuentra un
sentido práctico y una aplicación directa. Desgraciadamente no
sucede así, al menos en muchos centros educativos en los que el
solfeo y la teoría va por un lugar y el aprendizaje musical con
instrumento va por otro.
Los ingleses no suelen trabajar con
aprendizaje previo del solfeo, sino que es en las clases
instrumentales en las que van adquiriendo esas nociones a medida que
van apareciendo en esas partituras; muestra de ello son los libros de aprendizaje instrumental de dicho país, que incorporan las nociones del solfeo a medida que el alumnado debe interpretarlas. Es curioso que suceda esto en el
Reino Unido porque es también allí donde, en el currículo oficial
de lengua inglesa no dan nociones teóricas de gramática o de
sintaxis que sí damos en España (incluso en la clase de
inglés)...Está claro que tienen unas lagunas importantes en la
formación, lo cual se puede poner en evidencia en el momento en que
alguna situación de la vida les obliga a analizar morfológica o
sistemáticamente oraciones. Lo que sucede es que este tipo de
situaciones no suelen aparecer en la vida cotidiana salvo que seamos
filólogos. Pero no es descabellado pensar que muchos de los
flamantes escritores de la importante tradición literaria inglesa no
haya estudiado conceptos teóricos de carácter lingüístico sin los
cuales en España no podemos obtener el título de bachiller.
La otra razón por la que es curioso el
caso de Reino Unido es porque sus músicos clásicos son
especialmente hábiles en la lectura de partituras con el
instrumento. De hecho, una de las razones por las que sigue siendo
rentable grabar discos con orquestas inglesas, a pesar de que el
salario por sesión es mayor que el de las orquestas checas o
húngaras es que los ingleses necesitan muchas menos sesiones de
ensayos y son capaces de realizar una grabación de gran calidad a
primera o segunda vista. Esta habilidad les ha permitido seguir
siendo competitivos en un mercado globalizado.
Creo que, el problema de fondo y, sin
tratar de hacer una apología de la ignorancia, es el lugar dónde
situamos la necesidad de profundizar en unos conocimientos;
diferenciando el “modo usuario” del “modo investigador”, por
decirlo de algún modo. Muy pocos conocen los lenguajes de
programación de los programas informáticos que utilizan para
diseñar, proyectar, componer o crear auténticas maravillas. Los
americanos tienen clara la importancia de aprender dicho lenguaje,
cosa que aquí está reservada para las personas que realizan
estudios superiores de informática.
Nuestro sistema educativo está
lleno de conocimientos teóricos que se imparten por tradición
y, por el simple hecho de que los profesores que lo imparten lo
dominan y se sienten muy cómodos explicándolos como a ellos se los
explicaron en la universidad o en el instituto. El problema es que
dichos conocimientos se quedan aislados del resto del conocimiento,
con enormes dificultades para establecer nodos con otras aplicaciones
prácticas y quedan en letargo hasta que caen en el olvido por la
inanición. Sin embargo, cuando alguien se le ocurre plantear que
dichos conocimientos no deberían formar parte del currículo oficial
y deberían estar relegados a quienes tengan más posibilidades de
encontrarle una aplicación práctica, hay un diluvio de acusaciones
de descapitalizar el conocimiento profundo o de formar a los
estudiantes únicamente de cara al mercado laboral.
Y así, seguimos enseñando cursiva a
los niños pequeños en lugar de enseñarles a expresar sus
sentimientos a través del lenguaje como medio para compartirlos o
empatizar; enseñamos solfeo en los colegios en lugar de hacerles ver
la utilidad de tener siempre una música adecuada que nos permita
vivir la vida de una manera más intensa, o a participar del hecho
creativo de hacer música, o de cantar o tocar instrumentos en grupo.
Les enseñamos a descomponer oraciones complejas, pero no a entender
las múltiples maneras de expresar un hecho, una vivencia o un
sentimiento a través del lenguaje con toda su riqueza y variedad de
matices. Les enseñamos los tres tipos de condicional en inglés,
pero son incapaces de tener una conversación básica en dicho
idioma. Les enseñamos a diseccionar poemas como antes se
diseccionaban ranas, pero no a emocionarse con la poesía.
El problema es que, por la comodidad
del profesorado y la rigidez de los planes de estudios en nuestro
país, se van quedando en la cuneta las posibilidades de los niños y
adolescentes de ser más felices investigando, creando, escuchando,
expresándose o sintiendo.
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