miércoles, 3 de febrero de 2016

GALICIA, VALENCIA, ANDALUCÍA Y LA EXCELENCIA DE SUS BANDAS DE MÚSICA

Uno de los grandes problemas de Andalucía es la nula interacción entre Bandas de Música y Conservatorios. Esta oportunidad, que otras comunidades han sabido aprovechar bien, apenas cuenta aquí con experiencias positivas. Sin embargo, en la mayoría de los casos, son las Bandas quien nos proveen de alumnado de instrumentos de viento; y la formación de los mismos es algo que, de manera totalmente des-coordinada, compartimos.


Como profesor, y a pesar de no haber formado nunca parte de la plantilla de una banda de Música, me di cuenta enseguida del potencial que tenían este tipo de formaciones para mejorar ciertos aspectos de mi alumnado, sobretodo la motivación y la lectura a primera vista. Por eso, desde bien pequeños, animé a mis alumnos y alumnas a que ingresaran en una de las múltiples Bandas que hay en nuestro entorno.
Les decía que ya era el momento de tocar en una Banda y que yo les diría cuál era el momento de dejarla; porque sabía que, el nivel de estas bandas lo dan las personas que no estudian música, las que son aficionadas y sólo tocan el instrumento cuando hay ensayo con lo que su capacidad de seguir mejorando técnicamente son casi nulas. Cuando el nivel técnico de un músico de Conservatorio está por encima del de su Banda, seguir en ella supone una rémora y por tanto, muy a su pesar, debe pensar en otras metas artísticas y abandonar su formación.
 Pasaban los años y se acercaba el momento de decir a las primeras promociones que ya era el momento de dejar la Banda, pero para mi sorpresa, a ninguno de mis alumnos he tenido que decírselo, porque ellos mismos han visto que ese momento había llegado.
Esto me sorprendió enormemente, viendo el fuerte sentido de identidad que el alumnado tiene con sus respectivas bandas. Sin embargo, con el tiempo vi que existían tres aspectos peculiares en la mayoría de Bandas de Música andaluzas:
1. El mercantilismo: sólo un alumno que ingresó en la Banda de Herrera no percibía remuneración por tocar en su Banda. En el resto de los casos, cobraban incluso a partir de los 13 o 14 años. Yo siempre había pensado que eran formaciones amateurs, lo cual no significa tocar gratis, sino invertir lo recibido en la propia banda: adquisición y préstamo de instrumentos, uniformes, formación, viajes y giras de conciertos o becas. Cualquier cosa menos darle un dinero para que se lo gaste en lo que quiera.
2. La dificultad de compaginar diferentes perfiles: víctima de lo anterior, las personas que tienen las Bandas como una fuente alternativa de ingresos, no ven con buenos ojos que personas con menor dedicación a la misma puedan ser tratados igual o mejor que ellos. Así, un alumno/a de Conservatorio le dedica muchas más horas a mejorar con el instrumento que una persona que está trabajando en otra profesión; en consecuencia, necesita muchos menos ensayos y la repetición sistemática no le aporta nada más que aburrimiento. En Andalucía no existe ese "asiento vacío" que siempre estará allí para cuando un profesional que dio sus primeros pasos en esa banda quiera o pueda acudir a tocar en un concierto o concurso.
3. El monocultivo de repertorio: la mayoría de las Bandas se centran en la música de Semana Santa y, salvo la excepción del concierto de Santa Cecilia, apenas afrontan nuevos retos musicales de otros estilos. En consecuencia, las personas que avanzan en su formación no le ven sentido a ensayar algo que pueden tocar casi a la perfección a primera vista.

Estas tres causas creo que provocan que mi alumnado, apenas llega a los 18 o 19 años deciden, sin yo decirles nada, abandonar sus Bandas y desvincularse totalmente de ellas. Si esta tendencia es general, ocasiona un círculo vicioso, ya que el nivel artístico de las mismas está limitado (los que pueden subir el nivel abandonan) y por tanto, las posibilidades de que el alumnado de Conservatorio sobrepase ese nivel y abandone, crecen.

Todo esto pueden considerarse opiniones de una persona que se reconoce ajena al mundo de las bandas y que sólo las conoce de manera indirecta; con lo que nunca me atrevería a escribir este post si no fuera porque la interpretación de los siguientes datos pueden refrendar estas opiniones.
Se ha publicado los resultados de las pruebas de la JONDE del último año. Esta publicación anual es un buen indicador de excelencia, ya que la mayoría del alumnado de Conservatorios estudia instrumentos sinfónicos y, en un principio, los mejores suelen hacer pruebas para ingresar en la Joven Orquesta Nacional. Desde hace unos años los resultados vienen por Comunidad Autónoma de origen y por Conservatorio Superior donde estudian o han estudiado, lo cual lo convierte en una buena herramienta para analizar los logros en excelencia de los Conservatorios.
ALUMNADO POR PROCENDENCIA DE INSTRUMENTOS DE BANDA (Salvo saxofón):

Valencia: 19
Galicia: 17
Castilla la Mancha: 7
Madrid: 7
Cataluña: 6
Castilla León: 4
Andalucía: 3

Los datos no difieren mucho de los años anteriores (son números pequeños y por tanto es mejor hacer cálculos con datos agregados de varios años). Lo que está claro es que las Bandas de Música de Valencia, Galicia o incluso Castilla la Mancha (y también sus Conservatorios) algo deben estar haciendo bien para alcanzar niveles de excelencia tan altos. Si además este dato lo cruzamos con los de población de cada Comunidad Autónoma o de alumnado en Conservatorios Elementales y Profesionales los resultados son mucho más evidentes. Con una eficacia 21 o 19 veces superior de Galicia o 9 veces superior de Valencia respecto a Andalucía.