lunes, 4 de abril de 2016

¿QUE PASARÍA EN LOS CONSERVATORIOS SI SE PROHIBIERAN LOS DEBERES?

Cada semana aparecen nuevos artículos y estudios sobre la parte contraproducente de los deberes. El último ha sido el de la OMS que alerta de que los deberes perjudican la salud. En Francia, país de las huelgas por antonomasia, se llegó a escenificar un plantón de los padres y madres por este motivo. Viendo todas estas tendencias, no creo que tarde demasiado en llegar ese día esperado por todas las familias en el que los deberes pasen a ser historia.
Ese día, el profesorado de Conservatorio y Escuelas de Música se frotará las manos porque se sentirá legitimado para acaparar aún más el tiempo de juego de nuestro alumnado y por fin nos acercaremos al objetivo de horas de estudio que esperamos de ellos. Pero antes que tener en cuenta varios aspectos:
¿CUÁNTAS HORAS TIENE EL DÍA DE UNA NIÑA? Hace años se hizo un estudio sistemático en mi Conservatorio, encuestando al alumnado sobre las horas lectivas y el tiempo que el profesorado reclamaba de estudio para su alumnado tanto en la enseñanza general como en la artística y los números sólo cuadraban si les anulábamos el tiempo de ocio y, posteriormente el de dormir; o bien si estudiaban menos, dando así pie a una de las frases favoritas de las Sesiones de Evaluación: "menos jugar con la wii y más estudiar".
¿HAY QUE MEDIR TIEMPO, O MEDIR RESULTADOS? Cuando formaba parte de la organización de un importante festival de piano, invitaron a un niño norteamericano que tocó a la perfección el concierto 2 de Rachmaninov, pero sus profesores me insistían que lo importante es que sólo estudiaba una hora  y media al día. Fue la primera y única vez que un profesor me ha mostrado su orgullo por lo poco que estudiaba su alumno; sin embargo, no hay que ser una eminencia para descubrir que más que el cuánto lo importante es el cómo. Más aún en una época en la que el tiempo libre que podemos acaparar de nuestro alumnado es tan limitado.
¿POR QUÉ SE LE LLAMAN "DEBERES"? Hay una corriente que defiende que el sistema educativo tiene como finalidad aprender a obedecer, alimentar en las generaciones futuras cierto grado de sumisión, y por tanto, la palabra deberes (que suele estar en los textos junto al término "derechos") en nuestro imaginario tiene todo su sentido: una obligación por la que hay que pasar, nos guste o no, para alcanzar un objetivo a medio plazo como es superar las asignaturas o mejorar como intérpretes.

Si la posible rebelión de las familias, la reivindicación de espacios para el juego, la concreción del espíritu crítico en el alumnado que suele aparecer sólo en los preámbulos de las leyes educativas y los informes psicológicos de las infancias estresadas; si todo ello junto logra abolir también los deberes en las enseñanzas musicales, ¿seríamos capaces de sobrevivir?. Por si acaso, ahí van algunas posibles soluciones:
1. GAMIFICACIÓN: Los ingleses utilizan acertadamente la palabra Play para definir la acción de tocar un instrumento: el alumnado debería superar las cuestiones técnicas del instrumento del mismo modo que pasa pantallas en un juego de ordenador, un estímulo que tiene por delante, un reto para alcanzar un grado de satisfacción que, en el caso de la música debe ser tocar aquella obra que tanto le gusta, imitar el sólo que hace determinado artista o lograr expresar algo a través del instrumento. Si logramos que el alumnado en su casa practique desarrollando aquellos placeres y destrezas que son patrimonio del juego, estaremos en el lado correcto y evitaremos esa sobrecarga.
2. CAMBIAR EL DEBER POR EL DERECHO: El objetivo final debe ser que el alumnado estudie en casa porque quiere probar lo que ha aprendido en clase, porque quiere que "le salga" la obra nueva y no porque queda un día menos para la próxima clase y tiene miedo de llegar sin la lección estudiada. Una buena señal es cuando el alumnado estudia más los días posteriores a la clase que los días previos a la siguiente; eso significa que estudia por la energía acumulada (zanahoria) y no por el temor a no llevar la clase preparada (palo). El alumnado debe sentir que poder tocar en casa su instrumento o a cantar es un derecho y no un deber.
3. FOCALIZAR LA ATENCIÓN: Recurrir al Mindfullness o cualquier otro sistema que nos pueda ayudar a que el alumnado, cuando practique en casa, aproveche al máximo el tiempo de dedicación. Parte de nuestro alumnado afronta con tedio el tiempo obligado de estudio repitiendo mecánicamente las partituras señaladas mientras está pensando en otra cosa; esta parte del estudio sólo sirve para mejorar la memoria muscular y la capacidad de lectura, pero la relación tiempo de estudio-resultados es francamente mejorable.

Desde criaturas se nos establece una clara diferenciación entre el ocio y el estudio. La paradoja es que la música nació sobretodo para potenciar los momentos de ocio, sin embargo, la música seria y su dominio se siente más cómoda formando parte del terreno del estudio, tanto para quienes la interpretan como para quienes la conocen a través de la asignatura de música de la educación general. Este posicionamiento, que sin duda tiene efectos beneficiosos, sobretodo para quienes nos dedicamos a la Enseñanza Reglada, también tiene sus "daños colaterales". Si no, sigan a los músicos, por ejemplo de música Folk tras un concierto y verá que casi siempre se van a un Pub para seguir tocando; los clásicos también vamos a los bares, a poder ser, sin instrumento.

IMAGEN: Uxia Pin (INTEF)




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