sábado, 12 de diciembre de 2015

LA MÚSICA CLÁSICA ESTÁ AL FINAL DEL CAMINO

Hay un movimiento de los grandes delanteros de fútbol que demuestra su visión del juego y que consiste en bajar a medio campo cuando ven que los balones no llegan a la delantera. Son conscientes de que potencialmente pueden ser los mejores delanteros del mundo pero de nada les sirve si no tienen el balón. El problema es que, tener el balón lejos de la portería es una mala opción para meter goles, así que bajan al medio y suben el balón ellos mismos. En la enseñanza este símil es aplicable a multitud de situaciones, ya que no podemos estar estáticos con nuestro modelo inflexible esperando que el alumnado nos preste su atención, sino que tenemos que ser capaces de contar con multitud de recursos que reclamen su atención y después llevarlos a nuestro terreno.
Quienes no entienden esto se consuelan hablando del déficit de atención y de la cultura del zapping, porque es mucho más duro reconocer que lo que nosotros explicamos, simplemente no les interesa. Y la raíz de este problema es que, probablemente, lo que nosotros queremos explicar es muy interesante, pero los balones no llegan.

Esta situación nos suele suceder en muchas ocasiones al profesorado del Conservatorio que hemos tenido una formación basada únicamente en la ejecución, análisis y estudio de la música “culta”. Creemos que, en muchos aspectos, es la mejor música jamás creada y puede que incluso sea verdad, pero no entendemos que no todo el mundo está capacitado para sentir eso en el mismo momento de la vida.
Las estadísticas muestran que la música clásica es una afición tardía. Los programadores de las salas de conciertos se preocupan al ver pocos jóvenes en las temporadas de abono de las orquestas sinfónicas, y se atemorizan pensando que el final de los días de la mayoría de sus abonados está más cerca. No se dan cuenta de que, si se hace bien, cada vez habrá más aficionados por el simple hecho de que cada vez hay más personas mayores por el aumento de la esperanza de vida. No quiero decir que por tanto no tenga sentido iniciar a tempranas edades en la escucha de música clásica, o en la asistencia a espectáculos (especialmente si están diseñados para público infantil y tienen la calidad adecuada). Es una semilla que se planta y queda hibernando durante años para brotar en el momento adecuado (que suele ser cuando tenemos dinero, tiempo y ganas de convertirnos en melómanos).
De manera similar, en la educación musical, el conservatorio no debe centrarse tan masivamente en los repertorios de los siglos XVIII y XIX. Hay que bajar al medio campo y preguntar a nuestro alumnado qué música escuchan, y por mucho que nos horrorice, tenemos que trabajar con eso. Si logramos entender que no hacemos músicos repertoristas, sino que lo que debemos hacer es incrementar las competencias artísticas y técnicas de los pequeños instrumentistas, gran parte de los objetivos competenciales se pueden alcanzar tanto con Mozart como con Lady Gaga. Con la diferencia de que, si el alumno/a es fan de dicha cantante, poder tocar su música, aunque sólo sea una línea armónica que va por debajo de la melodía que hará su profesor, es un sueño hecho realidad.
Pero además, hay dos hechos que corroboran esta necesidad. El primero es un estudio que está desarrollando el profesor del ESMUC de violín Jazz Oriol Saña que trata de demostrar que es mejor músico clásico (si por ello se entiende a quien tiene musicalidad, y precisión técnica en aspectos como afinación y ritmo) quien compatibiliza el repertorio clásico con uno de otro estilo (bien sea Fok, Jazz o cualquier otro).

El segundo es que la música clásica tal como se entiende en los conservatorios, no es superior en una serie de aspectos: desarrollo del oído melódico y armónico, de la improvisación, riqueza rítmica, posibilidades expresivas, trabajo de la memoria.. Y esto hace que para ciertas cosas, el músico clásico que además viene de otros estilos, tienen cierta ventaja. Hay intérpretes de música clásica a los que admiro profundamente que se iniciaron en la música a través del pop, luego pasaron al jazz y terminaron con la música clásica y la antigua. Estos músicos han descubierto que la ejecución fiel de una partitura escrita sólo comprende un periodo limitado de la historia de la música, y que el público de hoy en día, por ejemplo en Música Antigua, aprecia enormemente la capacidad de improvisación al estilo de lo que hacían los músicos de la época. Y aquí, ellos parten con ventaja. Su producto es diferenciado y cada concierto es único, y eso, en un mundo en el que los músicos de conservatorio salen con una etiqueta de producto en serie, se convierte en un elemento diferenciador muy valioso.

Dejo aquí una entrevista a un gran músico que, como no pocos, realizó este recorrido desde el Rock Duro hasta la música renacentista: Fahmi Alqhai

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