sábado, 12 de diciembre de 2015

VENEZUELA DANDO LECCIONES AL MUNDO

Hace más de 35 años un director de orquesta y economista llamado José Antonio Abreu puso en marcha uno de los modelos más revolucionarios que muestran el poder transformador de la música: El Sistema Nacional de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela, formado por centros educativos musicales en torno a agrupaciones musicales, fundamentalmente orquestas sinfónicas, en barrios marginales y localidades de los diferentes estados de Venezuela, con un sistema piramidal que culminaría con la Orquesta “Simón Bolívar”, años después considerada por muchos una de las cinco mejores orquestas sinfónicas del mundo.
¿Cómo es posible convertir a un país en desarrollo y alejado de la tradición sinfónica en quizá la potencia número uno en cuanto a jóvenes talentos? Supongo que son muchas las razones, pero hay una fundamental: hay pocas cosas tan maravillosas como poder comunicar y expresar sentimientos a través de música en vivo realizada por un conjunto. El Sistema gira en torno a las Orquestas, los niños pequeños, antes de poder tocar un instrumento ya aprenden la disciplina de este tipo de formación realizando coreografías con instrumentos de cartón y cantando. El resto de las posibles disciplinas están puestas al servicio de la formación: el solfeo o las clases de instrumento no tienen ningún sentido si no sirven para mejorar el resultado individual de cada componente del grupo y, por tanto, llevar a cotas superiores el resultado sonoro de la agrupación.

Es pues un modelo más eficaz, más eficiente y con un componente social mucho más transformador del que tenemos en muchos países de Europa y en especial del de nuestro país, que quizá puede dar muchas lecciones a Venezuela, pero no especialmente en este ámbito educativo.
Reconocer que Abreu y su equipo fueron unos visionarios y que los resultados avalan un trabajo muy bien planificado y desarrollado no impide buscar ciertos paralelismos en nuestro país:
Antes del desarrollo de los Conservatorios en España, la mayoría de la música instrumental se centraba en la tradición de Bandas de Música, vinculadas en gran medida a las tradiciones militares y, en mayor medida a las religiosas. Las Bandas de Música han tenido desde siempre un enfoque integrador, con diferentes generaciones y perspectivas en torno a la música. Pero la clave, como en todo logro de la humanidad, es la puesta en común de talento individual en pos de un resultado colectivo.
El niño que ingresa en la Sociedad Musical quiere ser un músico de la primera Banda, quizá como lo ha sido su padre, algún hermano o alguna persona a la que admira. Se le asigna un instrumento que le garantice una plaza en alguna de las agrupaciones y lo antes posible, comienza a hacer música en grupo, posiblemente en la Banda Infantil o Juvenil. Normalmente compagina estos ensayos, que son el momento estelar, con el estudio en casa del instrumento (pero esta vez por la motivación positiva de mejorar y alcanzar mejores resultados en la Banda) y las clases teóricas (más bien pocas) y de instrumento. Esas clases se centran en el repertorio de la banda y en las necesidades técnicas y de lectura musical que el niño/a requiere para ir superando retos cada vez mayores en la clase de grupo. El centro es la Banda y posiblemente el concierto de Santa Cecilia o el primer día en que el niño realiza el primer desfile; después crecerá con sus amigos en un ambiente intergeneracional y de compañerismo. Al cabo de los años, quizá se convierta en un profesional de la música, quizá sus estudios o su vida laboral le aparten por un tiempo de “su” Banda, pero hay muchas posibilidades de que por muchos años la Banda siga siendo su manera de participar en la comunidad o que, al menos, siga sintiendo “los colores” como los siente un aficionado a un equipo de fútbol, siga respetando la música y sea parte del público que nutre los conciertos.
Teóricamente, el modelo de Conservatorios superaría ese modelo un tanto rural y arcaico: profesores titulados y mejor remunerados, asignaturas con un currículo detallado y con un horario lectivo estipulado. Sin embargo, se nos olvida la esencia: cada profesor de cada asignatura piensa que ésta es un fin en si mismo, trabaja de manera aislada y no consiente que nadie le diga qué tiene que hacer en clase o qué deficiencias debe superar su alumno para facilitarle la labor en las otras asignaturas. Piensa que el centro es la clase, y lo demás (resto de clases, conciertos, proyectos escénicos) son actividades menores. Los profesores de instrumento consideran su clase la más importante y nunca la de Orquesta, Banda o agrupación.


Valencia supo integrar estas dos realidades y muchos Conservatorios nacieron vinculados a las Bandas, simplemente por transformación de sus Academias de enseñanza no reglada en reglada. Sin embargo, otras como Andalucía no supieron aprovechar el fuerte arraigo de estas formaciones: se crearon Conservatorios Elementales en pequeñas poblaciones con un número muy limitado de instrumentos y que se desarrollaban de espaldas a las Bandas.
Algunos somos conscientes del poder transformador en la motivación del alumnado de las agrupaciones, no sólo de las bandas, sino de las orquestas, las Big Bands o los coros; por eso intentamos que sean el centro del Conservatorio, por eso intentamos que, en la medida de lo posible, los profesores con mayor capacidad de liderazgo, con mayor experiencia en este tipo de formaciones y con mejor predisposición al trabajo en equipo y a la “actividad extraescolar” de los conciertos, los viajes y las giras, se encarguen de estos grupos. No siempre es así y todo el centro lo paga.
Rafael Ruiberriz, un gran músico Sevillano que creció musicalmente compaginando Conservatorio y banda de Música da el clavo en esta entrevista  cuando dice:

(...) las bandas están "absolutamente desaprovechadas en Andalucía. La banda de música es el instrumento más accesible y económico para acercar la música clásica allí donde no llega por sus cauces convencionales. En el fondo, la música que más se escucha en Sevilla es la de las bandas, y este es un patrimonio que no se puede desaprovechar, porque supone una forma fundamental de iniciación a la escucha.”

(...)"Los jóvenes afrontan el nervio del concierto real mucho mejor en una banda que en las audiciones del conservatorio. A través de los conciertos y de la disciplina del trabajo diario están introduciéndose poco a poco en un entorno profesional. Yo discrepo absolutamente con el sistema de formación musical que tenemos en España, que tendría que estar vinculado a las bandas y a los coros, y cuando fuera posible también a las orquestas, claro. No concibo un conservatorio en un pueblo sin una banda. No entiendo que se pueda enseñar flauta, clarinete o trompeta en un pueblo donde no haya una banda. Los profesores deberían ser itinerantes y en todas las localidades debería haber una banda de música que se aprovechara tanto para la formación musical de los jóvenes como para aproximar la gran música a todos los ciudadanos".  

No hay comentarios:

Publicar un comentario